miércoles, 25 de marzo de 2015

De la recuperación de Piqué y la redención de Suárez

Por Raúl S. Saura

 

Para el aficionado blaugrana, el Clásico del pasado domingo dejó muchos apuntes. Aunque mencionarlos aquí todos resultaría extenso en demasía, sí hay dos dignos de tener en cuenta no solo para lo inmediato, sino también para el futuro de la plantilla. Hablamos de Gerard Piqué y Luis Suárez.

Del 3 culé mucho se ha comentado en los últimos años. Sin entrar en su vida personal porque en las alcobas nadie se debe meter, pareció durante muchos años, casi cinco, que el central ya no era el mismo desde después del Mundial de Sudáfrica. Quien fuese digno compañero y presumible sucesor en el centro de la zaga del gran capitán Carles Puyol vagabundeó durante años sin un objetivo que se pudiera vislumbrar. Así, Guardiola en su último año quiso deshacerse de él para su profunda renovación de la plantilla que no le dejaron hacer y que corresponde a un episodio de fútbol-ficción dilucidar en qué habría resultado. Los años con Vilanova y el Tata Martino no fueron a mejor y parecía que Piqué, igual que el resto del equipo, estaba perdido. Sin ideas claras ni presión a la pérdida de balón. Sin regates, ni planificación, ni defensa en las jugadas a balón parado ni imaginación. Aquel equipo, representado en el 7-0 ante el Bayern, estaba más que herido de muerte.

Sin embargo, un cambio se ha hecho evidente en él en los últimos meses. La plantilla ha evolucionado notablemente desde la mortífera horizontalidad (por aburrida) de la temporada y media anterior y el caos irregular de la ida de este año hasta un equipo compacto y sin fisuras. Ahora hacerle un gol de córner al Barça parece una quimera y la solidez es mayor que nunca, incluso más que durante el último año con Guardiola.

Claro que llegar hasta aquí no fue fácil, el enfrentamiento con Luis Enrique se produjo ya muy pronto y es que el iron man es experto en encontrar las debilidades, sin entrar ahora a qué hace con las propias. De este manera, el nuevo técnico del FC Barcelona decidió mandar más de una vez a Gerard Piqué a la grada, señalado en aquella dictadura de la meritocracia que se pretendía instaurar. Al defensa aquello le sentó como un tiro; en los peores momentos llegó a confesar a amigos personales que el asturiano era el peor entrenador que había tenido en su vida. 

Ciertamente, a la larga fue el entrenador quien tuvo la razón y el intenso trabajo físico, las concesiones silenciosas ante los pupilos y el paso adelante imprescindible de Piqué surtieron efecto. El 3 volvió a ser quien se imaginó un día que sería, el líder de la defensa. Sólido, rápido, fenomenal al cruce y en el juego aéreo. Incansable, concentrado, a todas. Así lo vio el Camp Nou ante el eterno rival y así quedó retratado, como el indiscutible jefe atrás junto con Mascherano, quien ahora no se encuentra solo. Piqué ha vuelto y ahora los culés respiran tranquilos ante las contras rivales. De él depende que esto continúe así.

El otro hombre de la noticia, Luis Suárez, hubo de pasar por el infierno de la sanción por el mordisco en Brasil y el purgatorio de la adaptación a su nuevo equipo antes de alcanzar el paraíso en el que se ha aposentado desde el arranque de 2015. El ariete charrúa ha logrado reeditar el ya mítico 9 del Liverpool y su instinto killer del área permanece intacto. Su aportación al tridente llamado a marcar una época (y que comienza a hacerlo) es innegable. Pese a permanecer súbdito de Messi por leyenda y de Neymar por futuro, el uruguayo no ha venido solo a marcar los goles que faltaron el año anterior. Ayuda en mucho más puesto que, como admiten quienes no sienten simpatías por esos colores, Suárez es un toro, una bestia de la naturaleza que siembra terror ante las defensas enemigas cuando le ven enfilar hacia ellos. Ver ese cúmulo de violenta carne parda dirigirse en su dirección generaba el mayor de los pánicos, algo que no se puede decir del argentino y el brasileño, quienes pueden hacer un regate imposible, pero no imponen físicamente. 

Así, Suárez, quien ha alterado significativamente el esquema culé de los últimos años (incluso quien más), ejerce de arrastre de los centrales como 9 puro y otorga espacios, balones y asistencias a sus dos compañeros. Ahora, además, marca también los suyos y las estadísticas se disparan. Lleva un comienzo de año formidable y esto quedó escenificado el pasado domingo. 

Resultó significativo que Luis Suárez fuese el encargado de enfilar el partido de los suyos hacia la victoria con un tanto salvador en el minuto 55 que cambió todo el partido. Aquel gol digno de Premier y de delantero nato rescató a su equipo cuando más lo necesitaba y no solo les reportó 3 puntos, quizás también la Liga. Recordemos que el 9 se enfundó en partido oficial la elástica azulgrana por primera vez en el Santiago Bernabéu con el resultado de una derrota por 3-1. Aunque tuvo por carta de presentación una tempranera asistencia a Neymar, aquello no fue suficiente y los hombres de Ancelotti pasaron por encima de ellos como un rodillo, marcando por derrota la primera aparición del tridente. Aquel negro comienzo, tan decepcionante, se vio compensado, incluso redimido, con el tanto charrúa que sentenció el 2-1 final. 

Un inicio con derrota ha dado paso a una trayectoria al alza y que, de la mano de un matador delante y un muro atrás, entre otros, parece dar pruebas suficientes de que el futuro inmediato del equipo pinta bien. En la final de Copa, líderes en Liga y afrontando el desafío duro pero mágico de la Champions League, el Barcelona quiere aspirar a todo y el buen momento de la plantilla respalda los mejores pronósticos. De ellos depende la historia. 


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