Según el acuerdo popular, el Olimpo del Fútbol lo conforman Di Stéfano, Pelé, Maradona y Cruyff. Hasta hace bien poco, pocos dudaban a la hora de incluir a Leo Messi en el podio máximo del balompié, no en vano su nombre era sinónimo de flaqueo de piernas en las defensas europeas. Sus regates, artimañas, slalons y arrancadas dejaban sin respuesta a los equipos contrarios a la hora de enfrentarse al incansable 10 del FC Barcelona. Nadie le podía alcanzar, nadie le podía frenar. En pocos años y de la sabia mano de Pep Guardiola, se convirtió en la estrella del mejor equipo del mundo y cuatro veces Balón de Oro, sus registros goleadores resultaban imposibles de alcanzar y recibía la admiración global y la envidia de unos pocos. Ya convertido en el máximo artillero de los blaugranas, parecía destinado a eclipsar a cuanto mito quedara por delante suya, a conseguir algún día el título mundial con su Argentina y erigirse, ante la subordinación de todo el globo, en el mayor futbolista de todos los tiempos.
Pero abril de 2012 habrá de pasar a la historia. Desde entonces se paró esta tendencia y surgió otra. Leo Messi se lesionó en cuartos de Champions League ante el parisino PSG y no volvió a ser igual. Desde entonces la gloria, la irreductibilidad, el esfuerzo incansable y la magia inagotable han ido dejando paso al fracaso, la lentitud y falta de imaginación en el campo, los vómitos, los problemas físicos y la gris mediocridad sobre el terreno de juego. Aún fue capaz en la temporada 2012/2013 de sentenciar la misma eliminatoria europea en la vuelta, cuando cojo deshizo la defensa de Ancelotti y asistir a su compañero Pedro para el gol. Le compararon con el Cid Campeador al ganar partidos lesionado. Aún fue capaz de levantar un histórico título de Liga junto a su mentor Tito Vilanova. Desde entonces apenas se ha vuelto a ver al mítico Messi de antaño.
Comenzó la siguiente temporada (con el Gerardo Martino) como terminó la anterior, en una sucesión constante de lesiones musculares que no le permitían alcanzar el ritmo esperado ni necesitado para el equipo. Participó menos y quedó reflejado en los resultados. Su nuevo DT no pretendió presionarle, sino tenderle una cama de rosas para su recuperación y el de Rosario aceptó esta comodidad. Muchos apuntan a que este relajamiento fue contraproducente, que los días de escrupuloso escrutinio de Guardiola determinaron su aura de jugador total y no la mano blanda del Tata. Que se dedicaba a andar en el césped. Quizás esto influyera, muy seguramente de hecho. Como también influirían sus problemas con la Hacienda española, las acusaciones a su padre, al que se llegó a acusar (sin pruebas) de colaborar con carteles de la droga. Como influyó el cercano Mundial de Brasil 2014, para el que se estaría preparando y así asaltar la inmortalidad en vida, si no la tenía ya asegurada. Como influyó la muerte de Vilanova.
En total, un cúmulo de condiciones adversas marcaron en el argentino su peor temporada de los últimos años, con lesiones y cuestionamientos importantes desde todas partes del universo futbolero. Muchos apuntaron a que su tiempo (pese a no pasar de los 26 años) había acabado, otros a que por único objetivo guardaba el campeonato mundial en tierras enemigas. La verdad es que marcó 41 goles en su peor año, aún más que estrellas como Suárez, Bale o van Persie. Daba igual, del astro argentino, de la Pulga cósmica, se esperaba (mucho) más. Faltó donde no había faltar, falló donde no solía fallar y a final de temporada el equipo culé quedó sin trofeo alguno. Ahora le quedaba el tan cacareado Mundial y había de verse si realmente se había ausentado para llegar con energias a la cita o no.
Su paso por Brasil 2014, con 4 goles, un penalti, una asistencia y el brazalete de capitán en el brazo, no fue ciertamente olvidable. Es más, su omnipresencia en el ataque albiceleste no podía negarse. Su participación en la fase de grupos resultó fundamental para el equipo y, aupándolo sobre los hombros, lo condujo hacia la final contra Alemania. A veces volvió a faltar sobre el césped, regresaron los vómitos espontáneos y los momentos de bajo ritmo, pero sus destellos tranquilizaron a sus seguidores. Ahora quedaba un último empujón para congraciarse con la élite histórica del mayor deporte de todos los tiempos, uno último para asegurar su gloria, para callar muchas bocas. Lo cierto es que no llegó y, ante su encuentro tan gris y plano, los bávaros levantaron el título por cuarta vez en su historia. El rey quedaba sin su corona.
Sus problemas no han parado desde entonces, habrá de presentarse en los juzgados por su imputación en fraude fiscal, se le cuestiona más que nunca y surgen otros nombres, ambiciosos, jóvenes y decididos, como nuevos ídolos de masas en el mundo del balompié, por delante de él. La próxima década parece ser para James y Neymar.
Por ello surge ahora la gran pregunta: ¿ha muerto Leo Messi? ¿Desapareció la estrella anteriormente insuperable para no regresar jamás? ¿Terminará con su mala racha, dará un puñetazo sobre la mesa, o será arrastrado irremediablemente por la actualidad? No queda claro para nada, pero la cuestión promete hacer correr ríos de tinta.
Casualmente (o no tanto) llegan nuevos tiempos a su equipo, y los barcelonistas experimentan una etapa de cambio con nuevos rostros en el supuesto 11 titular para el nuevo año que empieza. El flamante técnico culé Luis Enrique, según fuentes de la directiva blaugrana, planea cambiar sustancialmente el papel de Lionel en el equipo. Ante el descenso de su nivel, toca trastocar su posición. Pasar de ser el referente único arriba a uno más dentro de una plantilla envidiable y aprovechar sus dones de otra manera. Se apunta a que regrese al puesto de extremo derecho, de donde surgió, para romper las defensas por un flanco y combinar con sus compañeros Neymar y Luis Suárez, este último llamado a ocupar el puesto de 9 siguiendo instrucciones de Lucho. Otra opción, la que despierta intensos debate tácticos, consiste en retrasar su posición en el terreno de juego por detrás de los delanteros, más cercano a compañeros como Iniesta o Xavi Hernández (quien experimenta a su vez un proceso de sustitución con Rakitic y Rafinha). De esta manera, no habría de forzarse en sus comunes sprints de velocidad que se han demostrado inservibles en los últimos tiempos, sino hacer descansar las piernas en el rol de constructor de juego, de auténtico 10, y distribuir así el balón. Se utilizarían sus capacidad ejecutivas superiores, en base a diversos estudios, para realizar el pase acertado en el momento acertado. Esta decisión, la de hacer retroceder al argentino en el esquema técnico es el que ha conducido a Luis Enrique a considerar el ofensivo 3-4-3 (ya probado por Josep Guardiola para incluir al ascendente Thiago Alcántara en su último año en la disciplina azulgrana) o, incluso, a Leo como auténtico sucesor natural de Xavi, el actual capitán. La decisión aún no queda clara y habrá de resolverse a lo largo de la temporada 2014/2015, con el nuevo entrenador dispuesto a modificar el esquema tantas veces como haga falta hasta dar con la tecla adecuada y acomodar en el mismo plantel a talentos como Deulofeu, Pedro, Halilovic o los ya mencionados.
Ahora toca al argentino mover ficha y responder, si acaso está dispuesto a limpiar su nombre de toda duda, a la pregunta. ¿Ha muerto Messi?
Leo Messi puede ganar todavía un valor de oro más debido a la edad que tiene Leo Messi estos dos últimos años se ha estado paseando por el campo eso con Luis Enrique no pasará porque no se lo permitirála pelota está en el tejado de Leo Messi si leo quiere podrá ser el de antes pero con esfuerzo y hambre que vienen de abajo Rafinha the fhone León viene lo joven esperando del depende solO
ResponderEliminar